Tender puentes entre las grandes ciudades

del Norte y del Sur de América

El 1 de Julio se ha celebrado el seminario web El camino sinodal y la migración: Construyendo puentes entre grandes ciudades para acoger, proteger, promover e integrar.

El webinar es una iniciativa de colaboración entre la Pontificia Comisión para América Latina (PCAL) y el Scalabrini International Migration Institute (SIMI), que cuenta también con la colaboración de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (USCCB), el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), la Red CLAMOR, Cáritas América Latina y el Caribe,y el SIMNcon el fin de tender puentes entre las grandes ciudades del Norte y del Sur de América fomentando el diálogo entre obispos, teólogos y sociedad civil.

Al acto asistieron sus Excelencias Monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, Arzobispo Metropolita de Buenos Aires y Primado de la Argentina y Monseñor Gustavo García-Siller, Arzobispo Metropolitano de San Antonio en los Estados Unidos. La Profesora Emilce Cuda, Secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina (PCAL) y el Prof. Víctor Carmona, de la Universidad de San Diego presentaron sus reflexiones teológicas. El encontró ha sido moderado por don Marco Strona, director de Cáritas para la diócesis de Fabriano-Matelica.

En sus reflexiones introductorias el P. Aldo Skoda, director del SIMI, ha destacado como «el símbolo de la humanidad en movimiento es sin duda la ciudad, donde se experimenta un crecimiento exponencial». De hecho, muchos autores no dudan en hablar del «siglo de las ciudades», indicando así «no sólo un desplazamiento espacial de las personas, sino un nuevo estilo de vida que implica al individuo y a la comunidad en nuevas relaciones, pertenencias e identidades». Muchos miedos recorren las comunidades urbanas y a menudo encuentran su identificación en el extranjero y el pobre, transformando así las ciudades en lugares de marginación y discriminación. Por tanto, las comunidades urbanas no son sólo un reto social, sino también teológico-pastoral y la Iglesia está llamada a ser servidora de un difícil diálogo.

Al empezar su reflexión, el arzobispo Jorge Ignacio García Cuerva, nos ha recordado como el mes pasado el Papa Francisco nos ha invitado a orar por los migrantes que huyen da la guerra, destacando como en el corazón y en el magisterio del Papa está muy presente la cuestión de la migración. Ilustrando la situación en Buenos Aires, donde llegan migrantes, destaca también la realidad de un flujo diario de gente que ingresa a la ciudad para buscar diariamente un mejor futuro, lo que significa buscar comida, muchas veces en la basura, y luego regresar de donde han llegado. Eso también constituye una temática migratoria que llama «pobreza de cemento». En este enorme soledad y angustia existencialque se vive en la ciudad de Buenos Aires hay que hacer la «revolución de la fraternidad», hacer que «la sinodalidad no sea solamente una cuestione de texto, sino que sea a caminar como caminan los migrantes». La estrategia para esta situación es que la iglesia sea «espacio de recepción». En un contexto como el del Rio de la Plata, caracterizado por la crisis económica del País, el rechazo de la migración interna, y donde se vive un momento de muchísima confrontación es necesario «plantear el gusto espiritual de ser pueblo» y generar un vínculodonde el otro tiene nombre y apellido. Esto es fundamental para poder acceder a la problemática de la migración desde lafe, sin reducirse solamente desde los conceptos políticos, sociológicos, ideológico y también del amor al próximo.

Monseñor Gustavo García-Siller en línea con los cuatros verbos acoger, proteger, promover e integrar comparte ejemplos de programas y acciones pastorales en la diócesi de San Antonio, Texas, donde se reciben los migrantes que llegan da México y que de allí se mueven en otros lugares de los Estados Unidos. Destacando los programas que brindan asistencia directa, acompañamiento en la búsqueda de empleo, atención médica, asistencia legale y financiera, mentoría juvenil y reunificación familiar, Mons. García-Siller destaca también la promoción de una mejor regulación política y reflexiona sobre el hecho que «la integración se desarrolla atreves de la acogida, la protección y la promoción». Existen también estrategias para integrar litúrgicamente los migrantes en parroquia. «Los migrantes», concluye, «son camino de esperanza y la sinodalidad no es nada más que caminar juntos, unidos».

Tras las intervenciones de los dos arzobispos, que exaltaron la temática del «nosotros» en una comunidad grande y la necesidad de trabajar para que los/las migrantes tengan vida y vivan en abundancia, la palabra pasó a los teólogos, que primero reflexionaron sobre las palabras de los arzobispos y luego entablaron un diálogo dinámico, interesante y abierto.

El Profesor Víctor Carmona ha ofrecido una breve reflexión sobre como el proceso sinodal en San Diego ha sido marcado por la polarización que ha tomado raíz en la sociedad estadounidense, ofreciendo tres puntos para la reflexión. Primero como el «proceso sinodal requiere lugares de encuentro», como albergues y centros de atención al migrante, que incluso hoy en día a menudo en las iglesias locales aun muchos desconocen. Estos representan puntos de encuentros que llevan la escucha, reflexión y discernimiento. Segundo destaca como «la sinodalid es esencial para reconocer las heridas de los migrantes, que atentan contra su dignidad, para sanarlas y también porque dejemos de causarlas». Por último, hace hincapié en cómo «el encuentro en contextos polarizados como el estadounidense representa un gran reto para la sinodalidad» sugiriendo que «la experiencia pastoral en San Diego requiere un liderazgo sinodal policéntrico que tiene que incluir las voces de los migrantes mismos».

La Profesora Emilce Cuda nos ha recordado como «lo que tenemos entre norte y sur no es un problema, es una gracia. Es la gracia de nuestro pueblo caminando, compartiendo su cultura, fiesta y también sus tristezas». La Profesora destaca cómo ya existen dos puentes entre el norte y el sur. El primer puente es con los universitarios, donde los constructores son los jóvenes; el segundo puente es con las comunidades organizadas donde los constructores son trabajadores, empresarios, sindicatos, la comunidad. Hoy, sigue la secretaria de la PCAL, inauguramos el tercer puente: lo entre las grandes ciudades, donde los constructores son los arzobispos. «Queremos poner en valor la gran función que tiene y tendrá la iglesia católica haciéndose cargo de los cuerpos desechados donde los estados se están retirando».

En conclusión, de la conversación de este primero encuentro, el hermano Gioacchino Campese, Profesor a la Pontificia Universidad Urbaniana, subraya tres cosas. Ante de toso la complexidad del fenómeno migratorio y de que no se puede hablar de migración con mil palabras, sino que es necesario conocer el significado de las palabras. Segundo, de acuerdo con mons. García Cuerva el romper con el anonimato porque estamos hablando de personas; el anonimato se puede perder generando una comunidad, dejando que las personas se encuentren. Termina con la cuestión de la esperanza y de como son los migrantes mismos que nos dan la esperanza ya que no reciben pasivamente todos; son ellos «los profetas de la esperanza». Tenemos que alimentar esta esperanza con espiritualidad y siguiendo a construir puentes para alimentar la esperanza.

Veronica De Sanctis

La grabación del acto está disponible en la pagina YouTube del SIMI.