¿Qué importancia considera que tiene la formación profesional?
La formación profesional es un espacio que nos permite tomar distancia de nuestra experiencia de terreno y ponernos al día en nuestros conocimientos. Es una oportunidad para seguir aprendiendo, es decir, adquirir nuevas herramientas pedagógicas e intelectuales, y al mismo tiempo, aprehender, es decir, cómo nuestro pensamiento y conocimientos se van transformando y nos ayudan a ir desarrollándonos de otra manera. Por eso, la formación profesional nunca se acaba y es necesario que, en diferentes etapas de la vida, sigamos madurando intelectualmente. Formarse nos permite comprender mejor los diferentes fenómenos que estamos enfrentando en el mundo, y comprender nos permite mejorar nuestra praxis.
¿Qué le llevó inicialmente a elegir el Diploma de Pastoral de la Movilidad Humana online?
Desde hace 18 años trabajo en el campo de las migraciones. Mi formación inicial es en derecho y con el tiempo hice una maestría en desarrollo comunitario y en solidaridad internacional, también me especialicé en interculturalidad. En alguna ocasión he tomado algunos cursos en ética socio-teológica y sociología de la misión. Lo que me motivó a estudiar este diploma fue poder tener un espacio en el que no solamente pudiera adquirir más conocimientos sobre el fenómeno migratorio y de la movilidad humana, desde una perspectiva pluridisciplinaria, pero, además, poder nutrirme a través de las diferentes lecturas y materias que analizan el fenómeno migratorio desde un enfoque teológico, bíblico, ético o del magisterio de la Iglesia.
¿En qué medida le ha resultado útil este curso tanto para entender el fenómeno migratorio como a nivel práctico?
El trabajo de terreno que realizo día a día es importante, pero también es necesario formarse para tomar distancia del terreno, analizar la realidad y profundizar en el fenómeno migratorio a través de diferentes puntos de vista, que van desde una mirada histórica y que abarcan los desafíos del mundo contemporáneo, es decir, de nuestro mundo. Me parece muy interesante que el diplomado propone herramientas pedagógicas e intelectuales de tipo pastoral, social y teológica. Creo firmemente que las personas migrantes son “un signo de los tiempos”, y añadiría: un signo de esperanza. Como católicos, estamos llamados a retomar nuestra línea profética que denuncia las injusticas (la hostilidad hacia los migrantes, las necro-políticas, el repliegue identitario, el discurso xenófobo cada vez más presente), y que anuncia una buena nueva noticia (las acciones de hospitalidad, la movilización ciudadana, la necesidad de generar espacios fraternos, la interculturalidad). Este diplomado me ha confirmado en muchas de las certezas que he ido adquiriendo en el campo de las migraciones, desde y con la gente (personas migrantes, sociedad civil, asociaciones), pero, sobre todo, me ha dado un fundamento teórico sólido gracias a los distintos bloques de lecturas. Es decir, el diplomado permite reajustar los “lentes” con los cuales analizamos la realidad y nuestra propia experiencia de trabajo, que para muchos de nosotros, tiene tintes de misión. El hecho que tengamos que poner por escrito lo que vamos aprendiendo en cada módulo, nos permite repensar el fenómeno migratorio desde otro enfoque, a ampliar la mirada y a desarticular los discursos preestablecidos sobre el fenómeno migratorio, y de esta manera, hacernos nuevas preguntas que nos abren a otras posibilidades sobre las personas migrantes, las migraciones, sobre nosotros mismos y sobre la sociedad, y el mundo, que queremos construir.
¿Qué le ha dejado este programa? Lo recomendaría a alguien y por qué?
Este diplomado ha sido una gran oportunidad para seguir creciendo humana, profesional y espiritualmente. Me ha ayudado a tomar distancia y a hacerme preguntas, a renovarme en mi pensamiento y en mi praxis. Cada módulo ha sido muy interesante, los cursos comunes (Introducción al fenómeno migratorio, Magisterio de la Iglesia y Pastoral de la movilidad humana) proporcionan bases sólidas que permiten profundizar en el análisis y comprensión del fenómeno migratorio. Las otras tres materias optativas que escogí (Lectura teológica del fenómeno migratorio, Migraciones en la Biblia y Ética en las migraciones) las disfruté de manera muy particular. Estos cursos me permitieron leer la experiencia de Dios en la vida y en mi vida, es decir, cómo Dios se ha ido manifestando a través del tiempo, en la historia y en nuestra historia como migrantes, como personas y pueblos que nos vamos moviendo, desplazando, descentrando, cómo esa Historia Sagrada tan antigua sigue siendo de mucha actualidad. De la misma manera, la importancia de la teología de las migraciones que parte de la realidad de las personas migrantes, de sus vidas y sus luchas, y cómo esta teología está tratando de promover una sociedad más intercultural, diversa, con diálogo entre las religiones, que está tratando de responder a los desafíos de la hospitalidad, la solidaridad, la catolicidad, las fronteras y las periferias. El curso de ética y migraciones nos ha recordado de manera constante que cada persona debe ser respetada por el simple hecho de ser eso: una persona más allá de su origen, de su pertenencia étnica, de sus orientaciones sexuales, de sus creencias religiosas y de sus afiliaciones políticas. Este curso permite afirmar que, si creemos que cada persona está hecha a imagen y semejanza de Dios, entonces, cada persona migrante es una teofanía en potencia.
El diplomado me ha permitido mejorar mi acompañamiento de la red nacional de delegados de pastoral de los migrantes en Francia de la cual soy coordinadora, a través de acciones de formación, de pedagogía, de incidencia y de pastoral. También, a tener otras herramientas para enriquecer el trabajo que estamos realizando con acciones de sensibilización en la sociedad francesa para favorecer la acogida de las personas migrantes o la interculturalidad, y de esta manera, cambiar la mirada y las narrativas que se tienen hacia las migraciones. Este diplomado lo recomiendo ampliamente para cualquier persona (sacerdote, religioso, religiosa, laica o laico) que esté empezando en el mundo de las migraciones, o bien, que ya lleve mucho tiempo trabajando en esta misión. Es una excelente ocasión para formarse, cuestionarse y renovarse en el plano intelectual, profesional, humano y espiritual. Quien se anime a estudiar este diplomado no se arrepentirá.
Marcela Villalobos Cid
Coordinadora nacional red delegados de la pastoral de los migrantes.
Conferencia Episcopal Francesa.